lunes, 13 de junio de 2011

Una Miss Bolivia hace bailar a los argentinos con reggae

Pagina Siete


No es boliviana ni tampoco miss, pero Miss Bolivia ha posicionado su nombre como la revelación del momento en el movimiento del reggae argentino. Con un disco en su haber, se puede decir que está llevando el nombre del país muy en alto.

Su verdadero nombre es Paz Ferreyra y adoptó el nombre de Bolivia porque creció en una calle homónima. “Y Miss... porque quise bastardear un poco esa palabrita hegemónica para combinarla con lo callejero, lo oculto, lo invisible”, explica en una de las tantas entrevistas que da a los medios esta psicóloga de profesión y que atendió a los familiares del incendio de la discoteca Cromañon, donde fallecieron una centena de jóvenes en un concierto de rock.

“Yo diría que Miss Bolivia nació en la noche de Año Nuevo 2007/2008. Había una reunión de canto colectivo en mi departamentito. Entonces empezaron a sonar los celulares. Así que largué esa línea: ‘apagaló/apagaló’”, cuenta al diario Los Andes, en referencia al título de su primer hit de su disco bautizado como Alhaja, catalogado como un álbum con diez temas en el que se fusionan los ritmos de dancehall, hip hop, cumbia y reggae, proponiendo una nueva estética sonora que combina la frescura y provocación de lo digital con ritmos y elementos autóctonos en un exquisito combo: sonidos de barrio con mensaje directo.

Además de haberse presentado en la más reciente versión del Festival Quilmes Rock 2011, Miss Bolivia ya hizo una gira por México y el interior de Argentina, aparte de sus conciertos en reconocidos escenarios de Buenos Aires cada fin de semana.

De esa producción se destacan temas como Quemando, Jalame la tanga, Loca, Apágalo, Ready, Fayah Bomb o Alta Yama, cuyo video se encuentra en difusión de alta rotación en el canal musical del cable MuchMusic.

Bolivia, su inspiración

La artista explica a través de su página en Facebook que tiene un vínculo muy grande con Bolivia. “Tengo un vínculo muy fuerte y muy especial con Bolivia, solía viajar bastante para allá. Cada vez que voy, me vengo con dos o tres temas”. También dice: “Amo Bolivia y al pueblo de Bolivia, son un ejemplo. Hace como dos años que no voy a La Paz, pero creo que prontito voy”.

Una reseña de la revista musical colombiana Shock describe así su música: Ajetreo, jaleo, perreo. Quiere que en la pista haya más de eso: un baile animal y hasta desvergonzado que obligue a bajar, a tocar tierra sin mesura. Por eso, desde la tarima, ella lanza ráfagas feroces de cumbia psicodélica, rústica o digital; de hip hop, dancehall y dembow; sobre todo eso: un colérico dembow.

No es un reggaetón ramplón ni una cumbia villera tradicional: la música de Miss Bolivia es mestiza, bastardeada y sudaca, y “se baila sin quitarse el cerebro”, como ella misma afirma. A fin de cuentas, ésa es su revolución: el baile. Una guerrilla intestinal en la que la consigna es “mover caderas, igual a romper cabezas”, según la revista colombiana.

Pero Miss Bolivia también tiene tendencias políticas muy claras. Entre sus varios conciertos destacan aquéllos a favor de los derechos de los pueblos indígenas, como lo hizo en el Festival de Música y Arte por los Tobas y Pueblos Originarios.

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